Hace años en un bar se encontraron, él invito la ronda.
Se dirigió a ella y también la invito a jugar.
Poco le explicaron, sonaba divertido.
Comprender las reglas era tarea difícil.
Ella lo miraba con admiración, él lo sabía.
Él manejaba el juego.
Poco entendía, apasionante resultó.
Jugaron por mucho tiempo.
Herida se levantó, mucho perdió.
Que suerte tuvo, en dejar de jugar con él!
Al transcurrir la vida, él la reconoció, casi no podía hablar, podría acordarse cada detalle de ese momento, ella no alcanzo a verlo.
Él sólo la pudo observar, admirar.
Ella había crecido, el había aprendido
Él la sentía rica, rica como la Flor.
Ella nunca tuvo tiempo de mirarlo, sin embargo invitó la ronda.
Hoy ella juega, él todavía no puede entrar!
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